A veces no estoy para nadie… porque yo también me hago falta

Hay días en que no estoy para nadie porque yo también me hago falta, necesito escucharme a mí misma, recomponerme y remendar mi ánimo y mi mente. 


  Y por eso, cuando no contesto los mensajes o dejo mi smartphone en silencio o apagado por unas horas o días no significa que cierre las puertas al mundo, simplemente me estoy dedicando un rato a mí misma, después de haberme descuidado durante tanto tiempo.

 Es curioso como llegamos a olvidarnos de nosotros mismos en ocasiones, dejándonos a un costado como si hubiera algo más importante para tener en cuenta que nuestro bienestar y felicidad.

  Nos dejamos a nosotros mismos junto a otros asuntos pendientes y nos quitamos importancia olvidando que en realidad existimos y nadie más importante para nosotros que nosotros mismos, sin egoísmos, pero como prioridad lógica, y tenemos que darnos esos tiempos.

  En la vida existen tantas exigencias y tantos condicionamientos de lo políticamente correcto que nos limitan lo que podemos ser, demasiados nuevos estereotipos falsos que hay que atender para no ofender a nadie, tantas cuestiones que terminamos muy agotados al final del día. 

  Además de tanta inmadurez combinada con las nuevas redes que nos demandan atención constante e inmediata.


  Tenemos tantos grupos de WhatsApp, vivimos siempre tan localizables y pendientes de las pantallas de nuestros smartphones donde siempre hay nuevos mensajes para responder, correo que leer o fotos para dar corazones y etiquetar, que nos queda muy poco tiempo para nosotros.

  Es vivir en medio de tornado que nos rodea de demasiadas cosas moviéndose demasiado rápido y no nos permite ver lo importante y más cercano. Pareciera que estamos siempre pendientes de las necesidades ajenas pero olvidamos las nuestras propias… 

 Todo se vuelve borroso, agota nuestro corazón y estanca nuestra mente, sabiendo que algo no está bien pero sin poder saber de qué se trata.



Llegaste al límite sin darte cuenta


  Muchas personas te necesitan, y frente a todos los obstáculos que encontramos cada día y debemos superar, nadie te dará una medalla ni te felicitará o reconocerá siquiera los esfuerzos que haces. 

 Esto es lógico porque todos estamos en la misma situación, pero tú deberías reconocer tus propios esfuerzos y consentirte a ti mismo, conocer tus necesidades y empezar a tenerlas en cuenta.

  Cuando estás para todo el mundo, tantas demandas acabarán por agotarte y pronto aparecerán señales que debes atender para evitar que la situación genere problemas más graves:

- Fatiga o cansancio extremo
- Dolor de cabeza
- Dolor en la espalda


- Mala digestión
- Aburrimiento frecuente y excesivo
- Impaciencia
- Mal humor y apatía.
- Agotamiento mental



Hoy no estaré para nadie, hoy me necesito


  Aunque parezca rudo, decir en voz alta que hoy no atenderás a nadie sino que te dedicarás ese tiempo para ti exclusivamente, no es en absoluto una falta de respeto. Nadie debería sentirse ofendido ni descuidado, de hecho, el mundo seguirá girando y tu podrás recomponer tu cuerpo y mente.

  Lo que sí ocurrirá es algo maravilloso, y es que darás un paso crucial para tu sanación emocional, te regalarás algo de tiempo, espacio y atención que tanto necesitas y mereces.

La solución


  Tomar la decisión de decir que no estamos para nadie y hoy nos dedicaremos tiempo, es la mejor solución a todo este agotamiento que podemos sentir, no le estaremos haciendo daño a nadie ni estaremos descuidando nada. 

 Lo que es más, retomaremos la energía y fuerzas para seguir siendo los protagonistas de nuestras vidas, y ese regalo de tiempo para nosotros, nos sanará emocionalmente porque nos estaremos poniendo como prioridad, la única manera de poder ayudar a los demás.


Fuentes: La mente es mravillosa / Formarse / Utópico
El Club de los Libros Perdidos. Con la tecnología de Blogger.