Transforma tu corazón roto en una obra maestra

 Con esta poderosa declaración, Meryl Streep cerró de manera magistral su discurso al recibir el merecido Globo de Oro en 2017. En apenas un minuto, las palabras se convirtieron en una forma de arte, cada fragmento resonando como una píldora inspiradora que nos dejó maravillados.

Esta poderosa frase, que sirvió como epílogo al conmovedor discurso de Meryl Streep al recibir su Globo de Oro en 2017, encapsula a la perfección un principio de superación y crecimiento personal absoluto.

Lo que quizás no todos sabían es que esta sabia recomendación fue un consejo previamente brindado por la valiente Carrie Fisher a la propia Meryl Streep.

Detrás de la icónica imagen de la princesa Leia se encontraba una mujer valiente, una guerrera que enfrentó adicciones, un trastorno bipolar y desafíos constantes mientras buscaba establecerse como guionista en Hollywood.

Carrie Fisher, influenciada por su madre, la excepcional actriz Debbie Reynolds, entendió la capacidad transformadora del arte y su poder para sanar corazones rotos.

El arte, en todas sus formas y expresiones, se revela como una vía maravillosa para liberar emociones y sanar. Pero va más allá; nos dignifica al permitirnos dar lo mejor de nosotros mismos para compartirlo con los demás.

El discurso de Meryl Streep también abordó la crisis de valores en la que, según ella, se encuentra el país. Destacó que el arte no es solo entretenimiento, sino cultura, diversidad, libertad y un medio para construir un legado de inspiración y aprendizaje común.

El arte es terapia. Todos recordamos películas y libros que llegaron en el momento preciso, actuando como bálsamos para nuestras almas necesitadas.

Pero muchos no solo recibimos arte; también lo creamos como una forma de expresión, catarsis y para dar voz a nuestras emociones, expandiendo nuestra libertad y conectando con los demás.

El arte activo, la expresión artística a través de las manos o el cuerpo, tiene un poder curativo. Un ejemplo entrañable de esto se presenta en la película "Donde reside el amor" (1995), donde una de las protagonistas rompe objetos cada vez que enfrenta decepciones o tristezas, mostrando cómo el arte puede ser una herramienta sanadora y expresiva.

Más adelante, cuidadosamente recogía cada fragmento roto de cristales o cerámicas y los adhería meticulosamente a una pared. Con el paso de los años, se dio cuenta de que había creado una obra completa digna de admiración.

En esa pared multicolor, caótica y diversa, se escondían los pedazos rotos de su corazón transformados en arte.

Esta historia ejemplifica cómo el arte puede ser una forma de empatía y expresión personal. En su discurso, Meryl Streep destacó la conexión entre el mundo del arte y la empatía, subrayando que el arte es la expresión del alma que desea ser escuchada.

Un momento que resalta esta conexión ocurrió cuando Streep compartió cómo se le rompió el corazón al presenciar la burla del presidente de Estados Unidos hacia el periodista del New York Times, Serge Kovaleski, quien sufre de deficiencias motoras debido a una enfermedad congénita.

Es importante señalar que el mundo del arte y el mundo empresarial, del cual proviene el presidente, son dos escenarios completamente opuestos.

Mientras que en el mundo empresarial, términos como "empatía" e "inteligencia emocional" ahora se etiquetan bajo el término "innovación", en el arte estas dimensiones son esenciales y fundamentales.

En estos tiempos complejos y contradictorios, no debemos olvidar los canales reconfortantes que nos ofrece el mundo del arte.

No solo es un medio de expresión, sino también una forma de conectarnos con nuestras propias emociones y las de los demás. El arte nos humaniza y, al mismo tiempo, da lugar a personas extraordinarias, como la propia Meryl Streep.



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