Mi hijo varón también es sensible, afectuoso, cariñoso…

La sensibilidad es una cualidad con la que se nace y, quien la posee, es capaz de relacionar todos los hechos de su vida cotidiana con sus sentidos y sus emociones.


  El niño varón también merece y necesita un cuidado sensible. Porque un niño puede llegar a ser igual o más afectuoso que una niña, porque educarlos desde bien temprano en adecuadas habilidades emocionales. 

  Esto les puede permitir en el futuro resolver mejor los conflictos, tener mayores habilidades comunicativas, ser más empáticos, asertivos y dueño de sus realidades.

  Desarrollar o mejor dicho, alentar ese lado más sensible en nuestros niños es algo en lo que sin duda merece la pena invertir nuestra atención, nuestro tiempo y sobre todo nuestra intuición.



  Sin embargo, y por curioso que parezca, por muy comprometida que esté la propia sociedad e incluso las familias en fomentar esa «aparente» igualdad entre los géneros hay muchos matices que se nos escapan al vuelo.

  Un estudio de la Universidad de California, reveló que a los hijos varones hay que tratarlos con mucho amor porque son más vulnerables, debido a que su cerebro madura más lento que el de las niñas. 

 Si no les damos la atención emocional que necesitan, son más propensos a experimentar altos niveles de estrés.


  Muchos papás piensan, como norma, que debemos cuidar a un hijo varón de una forma más brusca que las niñas, porque por lo general son menos afectuosos. Esto es un gran error.

  Los niños varones  son cariñosos y necesitan ser tratados de la misma forma amorosa que las niñas.

  Algo que sin duda habrán experimentado muchas mamás y muchos papás que educan a su hijo varón con respeto e intuición, es que los niños son increíblemente afectivos, cercanos y cariñosos desde el inicio. 

 Mostrar amor no es territorio exclusivo de un género. Las lágrimas no son propiedad femenina, son la expresión natural y necesaria de una emoción, algo que no podemos vetar. 


Qué necesitan los niños sensibles


  Los niños sensibles necesitan sentirse amados y valorados. Son especialmente sensibles al amor de sus padres y logran ser disciplinados rápidamente al predecir su enfado. 

 Conectan más con sus emociones, las reconocen y expresan y, al mismo tiempo, al ser más empáticos suelen ser menos agresivos con sus iguales y les resulta más difícil defenderse, ya que cuando se sienten heridos se quedan inmovilizados y les resulta más difícil responder.

 La mayor parte de nuestros pequeños, ya sean niños o niñas, son afectuosos y cariñosos por naturaleza. Estamos programados para conectar con las personas y para entender que las caricias emocionales.



 Son hipersensibles a la crítica y al juicio social. Sufren el rechazo de los demás intensamente y son capaces de predecirlo al analizar con facilidad los elementos del lenguaje no verbal, como la postura del cuerpo o la tensión de la mandíbula. Los padres pueden ayudarles:

- Estimulando la comunicación asertiva. Ayudándoles a poner límites en sus relaciones sociales y enseñándoles a decir 'no quiero'.

- Ayudándole a desdramatizar los problemas o situaciones sociales para no hacer de las dificultades una tragedia.

- Fomentando su seguridad en sí mismo, estimulándole para que exprese sus opiniones o ideas con naturalidad.

- Incentivando el desarrollo de estrategias para defenderse.


  Potencia de forma inteligente la afectuosidad natural de tu hijo varón


  Tu hijo varón viene de «fábrica» con un amor infinito, pero con infinitas necesidades también. Es cariñoso por naturaleza y necesita tus caricias, tus abrazos y tu cercanía de un modo intenso ya desde el primer día que vino al mundo. 

 Ahora bien, si a esas necesidades por lo general, son más sensibles e intensas que en las niñas, lo último que debemos hacer es decirles de pronto aquello de que «los niños no lloran, los niños son valientes y pueden resolver solos sus problemas».


  Respetemos y potenciemos esas facetas, permitamos que nuestro hijo varón siga desarrollando con libertad su expresividad emocional, que sea libre a la hora de pedir o dar un abrazo.


 Y que no tenga reparos en llorar cuando lo necesite, que aprenda a entender esos universos internos que al fin y al cabo nos dignifican como personas sin necesidad de diferenciar entre géneros.


Imágenes cortesía de Pascal Campion
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