La amistad duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad

La conexión con nuestros amigos es tan fuerte que su sola presencia es capaz de minimizar nuestros problemas, físicos y psicológicos.


  La amistad es un elemento protector de nuestra salud psicológica y física. Está evidenciado que el aislamiento tiene una gran incidencia en la mortalidad.

 De hecho, hay estudios que afirman que la falta de apoyo psicológico puede equiparar sus efectos nocivos sobre nuestra salud al tabaco, la alta de tensión arterial, el nivel de colesterol alto, la obesidad o la falta de ejercicio físico.

  En este sentido podemos afirmar que los estrechos lazos que creamos con los demás duplican nuestro bienestar y dividen la angustia por la mitad. Porque crear relaciones emocionales próximas nos fortalece, de eso no cabe duda.


Los vínculos emocionales duraderos, las raíces de nuestro árbol


  Muchas veces las decepciones nos hacen preferir la soledad; por ello, nos alejamos de la amistad por miedo al dolor, al fallo y a la decepción. Esto, sin duda, nos deteriora.

  Sin embargo, la felicidad que provoca confiar y tener a alguien querido al lado nos hace psicológicamente más fuertes, además de aumentar nuestro bienestar.

 Por otra parte, contar con un hombro en el que llorar cuando las cosas van mal amortigua el estrés de aquellos sucesos vitales que nos deterioran. Como, por ejemplo, una pérdida o un divorcio.

  Porque la sola presencia de la gente querida en nuestra vida nos ayuda a disminuir el impacto de los contratiempos con los que nos toca lidiar.


El fortalecimiento de nuestras habilidades emocionales


  Cuando hablamos de habilidades emocionales nos referimos a nuestra capacidad de reconocimiento, canalización y dominación de los sentimientos propios, la empatía y los sentimientos que aparecen en las relaciones sociales.

  Así que no es de extrañar que cuando tenemos buenos amigos alrededor logremos fortalecer nuestras habilidades emocionales. 

 Esto, a su vez, nos permite tener una mejor disposición para que los demás se acerquen a nosotros (y viceversa), por lo que tendremos más opciones de crear relaciones significativas. Por eso podemos estar seguros de que esas personas a las que tantos queremos constituyen una parte importantísima de nuestro flotador vital.


Saber que te quieren, una sensación maravillosa


  Hay un pasaje de la novela «El palacio de la luna», de Paul Auster, que refleja magníficamente lo importante que es saber que nos quieren:

 «En aquel momento yo lo ignoraba, claro está, pero sabiendo lo que sé ahora, me es imposible ignorar aquellos días sin sentir una oleada de nostalgia por mis amigos. En cierto sentido, eso altera la realidad de lo que experimenté.

 Yo había saltado desde el borde del acantilado y justo cuando estaba a punto de dar contra el fondo, ocurrió un hecho extraordinario: me enteré de que había gente que me quería. Que le quieran a uno de ese modo lo cambia todo.


  No disminuye el terror de la caída, pero te da una nueva perspectiva de lo que significa ese terror. Yo había saltado desde el borde y entonces, en el último instante, algo me cogió en el aire. Ese algo es lo que defino como amor.

 Es la única cosa que puede detener la caída de un hombre, la única cosa poderosa como para invalidar las leyes de la gravedad».

La maravillosa sensación de tener un cordón de seguridad emocional que nos protege no es comparable a nada. Sentir que nos quieren no solo es esperanzador, sino que nos refuerza y nos revitaliza. Por ello podemos afirmar que tener amigos llena de magia y de riqueza nuestro mundo.


Imágenes de Kristina Webb, Claudia Tremblay y otros autores  
 Goleman, D. (2001). Inteligencia emocional. Editorial Kairós. Barcelona.
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