Una psicóloga te enseña cómo detener instantáneamente el berrinche de tu hijo con solo una pregunta

 Un consejo valioso para la educación de los pequeños
 De entre todos los sentimientos, la ira es el más complicado de dominar. Requiere de autocontrol y por eso los niños -carentes aún de las herramientas necesarias- son dados a protagonizar todo tipo de berrinches.



  Tras aprender a usar la caja de la rabia o el frasco de la calma de Maria Montessori, hoy os traemos una nueva técnica para desactivar rabietas usando solo una pregunta. 

  Si bien la técnica es efectiva, no es la mejor para abordar berrinches con niños muy pequeños, siendo más recomendable a partir de 5 años, ya que necesitaremos que los niños razonen con nosotros. Para niños más pequeños, mejor las dos técnicas anteriores. 


  La técnica es sencilla, cuando la rabieta se desate porque un juguete se ha roto o algo no salga como ellos quieren, les miraremos a los ojos y de forma calmada preguntaremos: 

“¿Esto es un problema grande, un problema mediano o un problema pequeño?”


  Pensar en estos términos es algo mágico ya que el niño es capaz de medir la importancia del problema, buscar formas de abordarlo y resolverlo, dotándole de herramientas para su vida adulta. 


   Si el problema es pequeño, no le costará entender que puede resolverse con una acción muy simple. Por ejemplo, si tiene una rabieta porque no le has puesto el pantalón que quería, puede comprender que el problema es muy pequeño y solo debe ir al armario a buscar el que le guste.

  Si es medio, le explicaremos que se puede resolver, pero necesitará tiempo. Por ejemplo, si el pantalón está sucio y no puede ponérselo, le ayudaremos a poner una lavada para que lo pueda usar mañana, resuelva el problema y aprenda a esperar el resultado.  

  Si es grande, grande desde el punto de vista de un niño, no debemos minimizarlo sino darle la importancia debida y ayudarle a aceptar que hay cosas que no podemos cambiar, o al menos, de forma inmediata. 



  Tras unas semanas de preguntas, veremos que nuestro hijo o hija comienza a clasificar los problemas fácilmente, y a resolver solo los más pequeños. Será el momento de felicitarles por su creciente autonomía. 

  Obviamente esto es una técnica que dependerá de muchos factores y diálogos, pudiendo darse incluso alguna emboscada, esto es una clasificación errónea para forzarnos a complacerles. 

 Es entonces cuando volveremos a sacar la “varita del raciocinio” para ir educando a nuestras pequeñas personitas. Al fin y al cabo, está es una aventura de aprendizaje mutuo. 


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