La importancia de pedir disculpas a tus hijos cuando te equivocas

"Los padre no se equivocan", una afirmación tan absurda como falsa y que ha sido el pilar de la educación tradicional durante años. Los padres no pedían perdón a sus hijos, no lloraban delante de ellos y no dejaban ver sus debilidades. Es un modelo educativo que asume que el padre es perfecto y el hijo ha de seguir su ejemplo. 




  Sin embargo, ¿no debería ser un ejemplo para los hijos que los padres pidamos perdón? Porque en definitiva, los padres somos humanos, gritamos y nos arrepentimos, lloramos, tenemos debilidades y, eso seguro, no somos perfectos.

  Las disculpas no es algo que pueda pedir cualquiera, porque la persona que lo pide reconocería su error y para remendar, aunque sea un poco el error que cometió pide disculpas.
  Sin embargo, en la actualidad no hay muchas personas que sepan pedir disculpas y esto porque se ha perdido el respeto, humildad, además de que nadie quiere reconocer un error.

  Son muchos los padres que consideran que pedir perdón a los hijos es un error porque sería un signo de flaqueza. 


  Creen que un padre ha de ser un modelo de comportamiento para sus hijos y que jamás debería mostrarse débil. Reconocer un error, arrepentirse y pedir disculpas sería imposible para ellos.

  A muchos a lo largo de toda su vida les han dicho que los padres no pueden pedir perdón a los hijos porque si lo hacen les estarán mostrando que pueden equivocarse y perderán toda su credibilidad. Consideran que ya no podrán corregir a los hijos, al demostrar que no son infalibles.
  Esta visión genera un problema educativo pues muestra a los hijos una imagen falsa de los padres. Como buscan que los hijos tengan mejores oportunidades que los padres, les enseñamos solo aquello que queremos que vean de su personalidad. 

  Pero esto no puede ser positivo porque no corresponde con la realidad. Así no se puede ser sinceros con los hijos porque se omite una parte importante de la condición humana, la que yerra. Luego les diremos que equivocarse también es humano y por supuesto, no nos comprenderán. 


 Ofrecer disculpas es una gran lección de humildad. Pedir perdón implica reconocer que como todo ser humano te equivocas, que no eres infalible y que tienes cientos de defectos que corregir. 

 Pedir disculpas te engrandece como persona, pero para completar el círculo de aprendizaje es necesario que enmiendes de manera consecuente los errores que cometes, de lo contrario con el tiempo tus palabras sonarán vacías.

 Así ellos podrán seguir nuestro ejemplo y pedir perdón si se han equivocado, deben ver que nosotros somos capaces de lo mismo. ¿Acaso es contraproducente pedirles disculpas si en un mal momento les hemos dicho algo inapropiado? Al contrario, ellos aprenderán dos cosas fundamentales: 

- Se ha de reflexionar y pedir perdón cuando te equivocas.

- Se ha de reconocer los errores, aprender de ellos e intentar no repetirlos.


  En cualquier caso, sí debemos enseñarles que no vale tener una mala conducta porque luego van a pedir perdón, el perdón ha de responder a un sentimiento sincero de arrepentimiento, y no ser una excusa para que no les castiguemos o regañemos.
  Hemos de desterrar pues la idea tradicional de que pedir perdón nos muestra débiles ante los hijos o nos hace flaquear y esto se traducirá en una pérdida de autoridad o respeto.

La realidad es que produce el efecto contrario, se traduce en una gran enseñanza para los hijos, ellos aprenderán que el ser humano se equivoca, pero sobre todo, aprenderán a asumir los errores y aprender de ellos. Y además... ¡nos respetarán más!


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