Los amores de edad madura: almas de otoño que se encuentran

Los amores en la edad madura tienen la fortuna de contar con todas las experiencias vividas y una serenidad del corazón. Son almas otoñales que pueden entender mejor el amor como una conexión de complicidad y alegría y no como una conquista. Son relaciones maravillosas que y más honestas.   




  Suele decirse que el verdadero amor nos estará esperando en la madurez, pero esto no es del todo cierto. Muchas veces caemos en el error de comparar nuestras experiencias pasadas, pero es más simple. 


  Vivir es aprender sobre todo lo que atravesamos en cada etapa. Hay que agradecer lo aprendido en la juventud, sea con aciertos o errores, y disfrutar el regalo que es la madurez.

 Todo ciclo llega en el momento oportuno, con la juventud y su infinita energía vivimos sin filtro y plenamente todo lo que encontramos en el camino. 

  

  Somos como son las tormentas del verano. Luego, nos volvemos más selectivos y precavidos, recordamos la intensidad de esa etapa de verano, pero preferimos las brisas más tibias y la calma, las tardes de una playa tranquila y la vista del atardecer.    


  Así también los amores en la edad madura no dejan de lado ni la inocencia ni la diversión, solo no quieren repetir viejos errores. 

  Entienden bien que las parejas no pueden ser medias naranjas y pueden ser naranjas y manzanas con experiencias distintas pero que juntas son mucho más.  Almas con su propia identidad dispuestas a dar una nueva oportunidad al amor.     

Los amores de edad madura: cuando envejecer significa felicidad


  A veces, cuando los adultos mayores deciden dar el paso de vivir juntos, surgen las críticas de quienes no los entienden. 


 Muchas veces incluso los hijos creen que solo lo hacen por un simple motivo económico o mitigar la soledad, o hasta un capricho pasajero.    

  Aún así a esa pareja feliz no debería importarle esas críticas y opiniones. Esas cosas ya no son tan importantes una vez que se atraviesan tantas cicatrices y arrugas, que representan una fortaleza del corazón y el amor propio. 

  Lo que hacen lo hacen porque quieren y saben bien sus motivos.  Ya no son niños y la sabiduría les da más seguridad de sus actos y sentimientos. Ya no tienen esas mochilas emocionales de antes.


  Ese amor de otoño ya no se fija en la opinión de los hijos o las miradas de extraños. Ni son egoístas ni piden nada de los demás ni tienen nada qué demostrar. 

 Sus propósitos y caricias son tan sinceras como las que más y es un sentir que ilumina tan por completo que les llena el corazón.

 

Además, hay algo que la pareja de seguro ya sabe,  la mayoría de los jóvenes creen que la madurez equivale a pasividad y resignación.

 Como si el amor y la pasión tuvieran una fecha de caducidad, como si no pudieran dedicarse al amor por haber sumado algunos años.     


 Esto es un error, es más, la psicología positiva enseña que la curva de la felicidad alcanza su máximo más elevado en esta etapa. Aquí el amor se puede vivir de una manera mucho más clara y honesta.   

 




La importancia del amor en la nueva etapa 


  El amor en la madurez hace más feliz toda u realidad, es la serenidad de la experiencia como un río calmo pero más profundo. Es un nuevo tipo de felicidad a pesar de lo que otros crean, es un período donde se experimenta un mejor bienestar psicológico.


  Un importante estudio realizado por los reconocidos economistas Blanchflower y Oswald, demostró que en esta etapa la percepción de bienestar y satisfacción personal se manifiestan más que en la juventud. Su hallazgo mostró que la felicidad se manifiesta como una "U", con un pico en la infancia y el otro en la madurez al llegar a la cincuentena.   

   Sin embargo, sumar años no siempre es ganar en madurez psicológica. Lo normal tampoco es el equilibrio emocional, pero aún así, la mayoría de quienes llegan al otoño de sus vidas lo hace con mayor integridad y una hermosa actitud hacia la vida.   


Los amores de la madurez pueden no ser tan pasionales como en la juventud, pero sin duda serán maravillosos y mucho más satisfactorios.   

 

Fuente: La mente es maravillosa

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