Quien bien te quiere te hará feliz

 Es probable que a lo largo de tu vida hayas escuchado con frecuencia la frase "quien bien te quiere te hará llorar". Sin embargo, aunque el refranero popular a menudo acierta, en esta ocasión se justifica reformular la expresión a "quien bien te quiere te hará feliz".


La idea de ofrecer sufrimiento y lágrimas a la persona que amamos, construida por el amor romántico, nos presenta la noción, en muchos casos equivocada, de que amar implica padecer.

Ante estas perspectivas clásicas sobre el amor y las relaciones afectivas, es esencial priorizar nuestro bienestar y equilibrio personal y emocional.

El amor no debe ser ciego; nunca deberíamos lanzarnos a una relación con el corazón abierto, una venda en los ojos y la autoestima en manos de la otra persona.

Construir un amor consciente, maduro y responsable es imperativo. Es fundamental recordar que quien te ama no te causa daño. Aquel que te valora con integridad y respeto buscará hacerte feliz en cada momento.

Imagina el amor como una pequeña llama que encuentras o que te encuentra. Es un fuego que nos ilumina y reconforta, pero que debemos avivar cada día para mantenerlo, para que nos envuelva con más intensidad y perfección con su luz y calor, haciéndonos más felices.

Aceptar la idea de que amar implica sufrir podría llevarnos a ser más permisivos desde el principio ante ciertas renuncias, límites, manipulaciones y egoísmos.

Podemos preocuparnos por el bienestar de la otra persona y sentirnos afligidos por circunstancias específicas.

Sin embargo, este tipo de sufrimiento no se compara con el que podría infligirnos nuestra pareja de manera voluntaria. Quien dice amarte hoy y mañana te deja para regresar después de unos días no te ama; te lastima.

El amor no se manifiesta en excusas, reproches ni ironías que buscan herir con las palabras. Nada de esto nos hace felices, y ninguna de estas acciones proviene de un corazón que comprende el respeto, la esencia del amor auténtico, maduro y responsable.

Amar significa alegrarnos porque la otra persona exista, buscando cada día maneras de hacer feliz al otro.

El Club de los Libros Perdidos. Con la tecnología de Blogger.