Cuando la educación hace daño: madres tóxicas

Las madres son protectoras, amorosas, educadoras por excelencia. A las buenas, nadie las enseña a actuar como tal porque tampoco lo necesitan.


   Cada quien, con sus virtudes o defectos, hace lo mejor que puede para criar y hacer que su hijo sea feliz. Pero hay madres que, en su amplio abanico de cariño y cuidado, algunas veces, caen en el error de sobreproteger y “ahogar” a sus hijos.

  Ellas son conocidas por el apelativo de: madres tóxicas, y aunque ese no sea su propósito, pueden hacer bastante daño emocional a sus pequeños.


  En el ámbito de la familia existen todo tipo de personas que, en ciertos casos, pueden convertir la educación durante nuestros primeros años de vida en una experiencia muy negativa.

  Y es que no hay ninguna ley natural según la cual la relación con madres y padres tanga que ser fácil. 

  Muchas veces, el contexto en el que se vive, o bien experiencias duras vividas en el pasado, hacen que el modo en el que interactuamos con algunos familiares se tuerza. En esta caso hablaremos de un fenómeno que puede ser conocido como "madres tóxicas".


1. ¿Qué hay detrás de la personalidad de las madres tóxicas?


  Puede que nos llame la atención, pero detrás del comportamiento de una madre tóxica, está el amor. 

  Ahora bien, todos sabemos que a la hora de hablar del amor, existen dos caras de una misma moneda: está esa dimensión capaz de propiciar el crecimiento personal de la persona, ya sea a  nivel de pareja o a nivel familiar, y a su vez, está también ese lado más tóxico donde se ejerce un amor egoísta e interesado, a veces hasta asfixiante, que puede ser completamente destructivo.
 
  Lo preocupante, es que los familiares que despliegan las artimañas de la toxicidad, lo hacen hacia criaturas que están en pleno proceso de maduración personal, ahí donde debe asentarse su personalidad, su autoestima… 



1. Personalidad insegura


  En ocasiones, en una madre tóxica suele esconderse una clara falta de autoestima y autosuficiencia que les obliga a ver en sus hijos «esa tabla de salvación» a la cual modelar y controlar para tener siempre a su lado, para que cubran sus carencias.


  El ver por ejemplo que sus hijos empiezan a ser autónomos, que ya no las necesitan tanto y que poco a poco son capaces de hacer su vida, supone para ellas una gran ansiedad, puesto que temen ante todo quedarse solas. 

  De ahí que sean capaces de desplegar «hábiles artimañas», para seguir teniéndoles cerca e incluso justificarles que debe ser así, y un modo de hacerlo es proyectando en los niños desde el inicio su misma falta de autoestima, y su misma inseguridad.


2. Obsesión por el control


  La necesidad que tienen las madres tóxicas por tener controlado cada aspecto de sus vidas, hace que acaben haciendo lo mismo en la vida de sus hijos.

  No son capaces de ver los límites. Para ellas, control es sinónimo de seguridad, de algo inmanente que no cambia, y lo que no cambia es bueno porque les hace sentir bien.

  Lo complicado de esta dimensión es que las madres tóxicas suelen ejercer el control pensando que con ello, hacen el bien y que así demuestran amor por los demás. «Yo te hago la vida fácil controlando tus cosas para que seas feliz», «Yo solo quiero lo mejor para ti, y por ello evito que puedas equivocarte»…

  El control llevado a cabo desde la justificación del cariño, es el peor acto de la sobreprotección. Impedimos con ello que los niños sean autónomos, capaces y valientes. Y aún más, que aprendan de sus errores.


3. La proyección de los deseos incumplidos


  «Quiero que consigas lo que yo no tuve», «No quiero que caigas en mis mismos errores», «Quiero que llegues a ser aquello que yo no puede conseguir».

  En ocasiones las madres tóxicas proyectan en sus hijos los deseos incumplidos de su propio pasado, sin preguntar si quiera qué es lo que ellos desean, sin darles opción a elegir, pensando que con ello, les demuestran un amor incondicional, cuando en realidad, es un falso amor. Un amor interesado.


Permite que tu hijo alcance su libertad de pensamiento


  Aunque nació de tu vientre tu hijo no te pertenece como los zapatos que calzas o la ropa que usas. Ningún ser humano pertenece a otro por más pequeño que sea.

  Ahora bien, lo que caracteriza a las madres tóxicas es que, si bien en ocasiones no son las culpables de la mala relación al 100%, a los hijos o las hijas el sacrificio de tener que cargar con esta relación puede suponer una losa tan pesada que, a pesar de poder buscar maneras de mejorar la situación, esa opción resulta inasumible, porque requeriría sufrir mucho durante más tiempo. 


Por eso, muchas veces la situación lleva a la pérdida de contacto.


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