Todo lo que callamos el cuerpo lo convierte en un síntoma

La unión de la mente y el cuerpo es tan íntima y determinante que deberíamos prestar más atención a ese mundo emocional que tanto descuidamos en el día a día.


  Porque lo creamos o no, todo lo que callamos nos acaba enfermando, así lo sostiene Salomón Sellam.

  La investigación psicosomática (relación entre la psicología y la medicina) lleva años de investigación y de interesantes análisis que suelen publicarse de forma periódica en revistas como el Journal of Psychosomatic research.

  Asimismo, entidades como la American Psychosomatic Society nos traen de forma regular los últimos descubrimientos al respecto de esa relación tan directa entre la biología y nuestro mundo emocional.

  Nosotros, por nuestra parte, te invitamos a descubrir los ejes básicos que vertebran esta disciplina que deberíamos tener más en cuenta en el día a día.


¿Qué son las enfermedades psicosomáticas?


  Imaginemos ahora que tenemos un compañero de trabajo que suele criticarnos a nuestras espaldas. No es algo puntual, sino que esta conducta se ha alargado en el tiempo hasta el punto de ser un hábito y crear un entorno de trabajo muy negativo.

  Si callamos todo lo que sentimos durante meses, toda esa emoción escondida creará efectos en nuestra salud (es como estar sujetando ese vaso con el brazo en alto durante meses).

  Una enfermedad psicosomática es cuando la mente (psique) crea una alteración sobre el cuerpo (soma).


  Esta realidad es tan común que se cree incluso que algunas enfermedades físicas  pueden agravarse por factores mentales como el estrés y la ansiedad.

Efectos físicos de todo aquello que callamos en el día a día


  Cuando algo nos molesta y no lo gestionamos de forma adecuada, nuestro cerebro lo trasforma en una emoción negativa con consecuencias orgánicas: aumenta la actividad de los impulsos nerviosos para liberar determinados neurotransmisores como la adrenalina.


  Este neurotransmisor, junto con el cortisol, que también aumenta en nuestro torrente sanguíneo, puede ocasionar lo siguiente:

  - Los bloqueos emocionales, el estrés y la ansiedad afectan a la actividad de ciertas células del sistema inmunitario, de forma que somos más vulnerables a las enfermedades.
-Aumento de la frecuencia cardíaca.

-Sensación de mareo (náuseas).
-Temblores.
-Transpiración.
-Boca seca.
-Dolor de pecho.
-Dolores de cabeza.
-Dolores de estómago.


Diálogo entre la enfermedad y la salud


  Enfermedad: Se me considera como una avería del cuerpo la cual hay que reparar rápidamente para que el enfermo pueda continuar haciendo su vida habitual.

  Salud: Es cierto, nadie te ve como una reacción inteligente del cuerpo y de la mente que puede conducir a que el enfermo recupere el estado de equilibrio del que se había apartado.

  Enfermedad: Me da mucha rabia que me confundan con los “síntomas”. Es como si vamos al cine y confundiéramos a la pantalla de proyección con el proyector. 

  A cada síntoma físico, le ha precedido un pensamiento, un sentimiento, una creencia negativa, algo que nos ha hecho sentirnos mal.


  Salud: Es algo que repito todos los días, no es posible cambiar el contenido de una película actuando sobre la pantalla. 

  Tendríamos que recurrir a la cinta y al proyector. Recurrir a las ideas negativas, a los pensamientos sombríos, a la dejadez, al abandono. Todo eso, convenientemente trabajado, modifica el estado de la pantalla de proyección que es nuestro cuerpo.

  Enfermedad: El primer paso hacia la curación consiste en estar dispuestos a aceptar el síntoma, por muy inoportuno que parezca. A escucharlo, reconocerlo y descubrir, ayudado por el lenguaje del cuerpo, la verdadera causa que lo ha originado.


  Salud: Cuando el enfermo habla de sus síntomas corporales, siempre nos está informando sobre un problema psíquico. Por ejemplo:

-“No lo veo claro”
-“Estoy hasta las narices”
-“Voy de cabeza”
-“No pude frenar a tiempo”
-“No lo puedo tragar”
-“Cuando lo veo se me revuelve el estómago”

  Enfermedad: El síntoma es la manifestación física de algo que rechazamos en el interior. Casi siempre nos obliga a modificar una conducta para corregir nuestro desequilibrio y eso es bueno para la evolución. Nos obliga a actuar…


  Si una persona se niega a asumir conscientemente un principio, este principio se introduce en el cuerpo y se manifiesta en forma de síntoma. Entonces el individuo no tiene más remedio que asumir el principio rechazado.

  El síntoma indica lo que le “falta” al paciente, porque el síntoma es en sí el principio ausente que se hace material y visible en el cuerpo.

   No es de extrañar que nos gusten tan poco nuestros síntomas, ya que nos obligan a asumir aquellos principios que nosotros repudiamos.

La enfermedad como camino


A recordar: el cerebro no distingue entre lo real y lo imaginario. Por lo tanto, lo que hagamos en teatrillo, en visualización, en cuento… será tan real – si lo sentimos – como si estuviera pasando y entonces el cerebro actúa como si lo que estamos imaginando fuera real. Parece magia, pues no lo es, sucede tal cual. Y sé que es así porque lo he vivido. 


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