El amor no se mendiga, la amistad no se cobra, el cariño no se pide

 En la vida aprendemos más del tiempo que de la escuela. Una de las más imporantes es a no rogar la atención de nadie. Y que jamás debemos mendigar por amor si esperamos que sea sincero.



  Nadie debería suplicar por el cariño de otra persona a quien ama. Ni tampoco humillarse a si mismo al estar pendiente de esa persona que ni siquiera recuerda que existes. 

  Hay que tener dignidad. Si esperas tener un amor auténtico debes ser fuerte y resistir tus sentimientos y no demandar todo el tiempo lo que mereces.

  Hay cosas que no puedes decirlas simplemente: tienes que demostrarlas con acciones. El amor, el cariño o el respeto no bastan con decirse, se deben sentir. 

  Sin embargo, tantas veces solemos recordar a las personas que nos importan que nos demuestren ese cariño, que deja de ser auténtico. Esas personas deberían demostrarlo sin que se les pida, si verdaderamente el sentimiento es real. Tener que reclamarlo lastima nuestra autoestima y poco a poco nos lleva a la apatía y el rencor.


Aún así, esa atennción debería ser sincera para que valga de algo.

  Si alguien te da vuelta la cara ante tus necesidades o no las tiene en cuenta. Si en vez de corresponder tu amor siempre antepone su egoísmo. Si cuando estás con él te hace sentir sola, entonces debes alejarte cuanto antes. Hay que asumir que un cariño forzado jamás será auténtico.


  Y es que obsesionarte con la atención de una persona cuando a esa persona no le interesas, solo provocará dos cosas. Primero, no conseguirás que la otra persona te quiera a la fuerza. Y segundo, te encerrarás en un sufrimiento que no mereces. 

   La amistad no se pide. Si persigues a alguien todo el tiempo para que luego no te tengan siquiera en cuenta, agota todas tus emociones.


   Y sobre todo, si ignoran siempre tus llamadas y mensajes, es momento de pensar si esa amistad es recíproca o solo de una parte.

  Al amor se lo tiene que demostrar, no mendigar.  Si lo haces, estarás entregando tu capacidad de amar al juez más cruel: la indiferencia. La indiferencia existe cuando hay un desbalance de los afectos en la relación que la debilita desde sus bases.


  Hay que luchar por lo que anhelamos de la vida. Pero eso no quiere decir que se deba suplicar por atención o amor. Sin importar lo doloroso que sea, si no hay amor, se debe enfrentar esa realidad. Mejor estar solo para poder volver a empezar.


   No desperdicies tus pensamientos en el pasado. Tienes que construir nuevos objetivos y planear nuevas metas.
 

  Es terrible el dolor de sentirte solo estando acompañado. Persistir en esa situación te impide conseguir sentimientos reales y recíprocos por alguien más.

El amor, el cariño y la amistad tienen algo en común. Sólo pueden darse y recibirse sin condiciones cuando son correspondidos. 


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