Neruda y yo - I



   Al alma la tenía rota y ni todo el cobre de las montañas volvería en lazos a unirle. A su pueblo le caía encima la oscuridad llevándose al salvador que le había traído la luz y que como su amigo sabía poner en verso, él ponía esas rimas en las manos. Y ahora ya no estaba, era una voz azotando a los ignorantes desde la voz de millones. Mas él ya no estaba. 
   Y no es que Pablo haya muerto, jamás se atrevería a tanto, pero tampoco quería ver a su país de mariscos y vinos desgarrarse, su alma rota ya no quería más días del terror. -"Luego nos volvemos a ver" - me dijo y desapareció entre las brumas de las olas que azotaban su isla oscura. Y me figuró una visión, un ensueño que me hacía el extrañarlo...mas no, yo sabía que había sido más que eso, y me dediqué a recordar sus palabras que habían guiado las mías como las huellas en la playa que imaginariamente tantas veces compartimos...


   "En mi casa he reunido juguetes pequeños y grandes, sin los cuales no podría vivir. El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta".
Me dijo Pablo.

   "No hay hombre más triste que aquel que se olvidó de ser niño.

   En mi alma he reunido sueños pequeños y grandes, sin los cuales no podría vivir.
   El soñador que no sueña no es soñador, pero el hombre que no sueña está marchito y ha muerto antes de tocar su fin.

   No hay hombre más lamentable que aquel que se olvidó de soñar.

   En mi corazón he reunido latidos pequeños y grandes, sin los cuales no querría vivir.
   El hombre que no ama no es hombre, pero el hombre que no ha amado perdió para siempre la vida que jamás conoció.

   No hay hombre menos hombre que aquel que se olvidó de amar".
Le dije yo."


- Jacques Pierre
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