"No culpes a nadie", un mágico poema de Pablo Neruda para reflexionar

“El poeta”, sentencia Neruda, no es “un pequeño dios”. Y comparando el poeta al panadero que cada día hornea la masa y proporciona el pan a sus congéneres, Neruda define su idea de la poesía y su idea del compromiso.


  Sólo por ese camino inalienable de ser hombres comunes llegaremos a restituirle a la poesía el anchuroso espacio que le van recortando en cada época, que le vamos recortando en cada época nosotros mismos.

  “Sólo armados de una ardiente paciencia”, nos dice Neruda, “lograremos conquistar la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres”.


"No culpes a nadie"
Pablo Neruda


  Nunca te quejes de nadie, ni de nada,
porque fundamentalmente tú has hecho lo que querías en tu vida.

 Acepta la dificultad de edificarte a ti mismo 
y el valor de empezar corrigiéndote.
El triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas de su error.

 Nunca te quejes de tu soledad o de tu suerte, 
enfréntala con valor y acéptala.

 De una manera u otra es el resultado de tus actos 
y prueba que tu siempre has de ganar.

 No te amargues de tu propio fracaso ni se lo cargues a otro, 
acéptate ahora o seguirás justificándote como un niño.


 Recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar 
y que ninguno es tan terrible para claudicar.

 No olvides que la causa de tu presente es tu pasado,
así como la causa de tu futuro será tu presente.

 Aprende de los audaces, de los fuertes, de quien no acepta situaciones, 
de quien vivirá a pesar de todo, 
piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo 
y tus problemas sin eliminarlos morirán.

 Aprende a nacer desde el dolor 
y a ser más grande que el más grande de los obstáculos, 
mírate en el espejo de ti mismo y serás libre y fuerte 
y dejarás de ser un títere de las circunstancias 
porque tú mismo eres tu destino.

 Levántate y mira el sol por las mañanas y respira la luz del amanecer.
Tú eres parte de la fuerza de tu vida, ahora despiértate, 
lucha, camina, decídete y triunfarás en la vida; 
nunca pienses en la suerte, porque la suerte es:
el pretexto de los fracasados.


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