Borges contra el peronismo, un genio y sus argumentos

Prolífico, irónico y provocador, en su vasta trayectoria pública el literato fue amado, odiado y multipremiado, aunque –por razones desconocidas y aún hoy cuestionadas- la academia sueca nunca le haya otorgado el Premio Nobel de Literatura

    Borges nació el 24 de agosto de 1899 y vivió en pleno centro porteño (Tucumán al 800) hasta que su familia -tras el nacimiento de su hermana Norah, dos años más tarde- se mudó al barrio de Palermo.
   Su padre, Jorge Guillermo Borges, fue abogado, profesor y filósofo anarquista, mientras que su madre, Leonor Acevedo, se transformó en una incansable ladera que lo acompañó como secretaria y redactora cuando él perdió la vista. 

 Yo siempre fui antifascista. En los tiempos del nazismo, cuando había tantos fascistas y nazis en Buenos Aires, yo condené a Mussolini y a Hitler, cuando muchos no hablaban. En aquellos tiempos prologué el libro Mester de Judería de Grünberg. No entiendo cómo me pueden calificar de fascista. Yo nunca dije que los gobiernos militares fueran los mejores o cosa parecida.
   Dije que, dado el caos producido en la Argentina durante el gobierno de Isabel Perón, era lo único que podía suceder. Todos sabemos que es así. Y así lo digo. La gente quiere suponer que soy un indiferente o que habito en una torre de marfil. Nunca hubo tal cosa, es totalmente falso. Durante el peronismo todos sabían que yo era opositor. Nunca ataqué al sindicalismo, sino a los sindicalistas ladrones. Y nadie duda que lo eran.

     Precoz para las palabras y con apenas seis años escribió sus primeros textos, siguiendo quizás el deseo frustrado de su padre: un escritor aficionado que había perdido tempranamente la visión. 
      Borges hizo suya la lengua inglesa desde temprana edad y a los nueve años tradujo al español el cuento "El príncipe feliz" de Oscar Wilde. Firmado como Jorge Borges, el trabajo apareció en el diario El País de España, pero fue equivocadamente asociado a su padre. 
   En 1914, la familia viajó a Europa para que sus hijos estudiaran en Ginebra, Suiza, y para que el padre pudiera realizarse un tratamiento por su ceguera; pero en cuanto arribaron estalló la primera guerra mundial. 
 

Recuerdo que una vez conversé con dos muchachotes que estaban ahí, en la plaza San Martín de Buenos Aires, cantando ‘Perón, Perón, qué grande sos’. Bueno... Yo estaba con una amiga y los dos muchachotes se me acercaron, con sus tambores, y nos planteamos: si nos vamos, van a pensar que estamos huyendo. Nos quedamos. ‘¿Es usted el señor Borges?’ Yo siempre he usado: ‘Y bueno, más o menos’ o ‘a veces’ o ‘nadie sabe...’. 

   Entonces me pidieron que les firmara un autógrafo en unas hojas de papel. Les pregunté: ‘Y, díganme, ¿ustedes son peronistas?’, y me dijeron: ‘Pero no, señor, ¿qué se ha pensado usted? Nos pagan y tenemos que estar hasta las doce y cuarto tocando el tambor y cantando en la plaza’. No recuerdo cuánto les pagaban, era mucho para aquel entonces. Y luego decían eso de ‘la muchedumbre aclamando al dictador’. Era que la CGT buscaba a muchos pobres y les daba unos bombos y les pagaba.



  Recién en 1921 pudieron regresar a la Argentina y, para ese entonces, Jorge Luis Borges ya había sumado tres idiomas más latín, alemán y francés-. En su estadía en Europa obtuvo el título de bachiller y escribió dos poemas inéditos, uno de ellos dedicado a la Revolución Rusa. 
 
 
    Los primeros años de la década del `30 son de buenos augurios para el escritor: en 1931 su amiga Victoria Ocampo fundó la mítica revista "Sur" en la cual Borges publicó varios de sus cuentos más importantes, al año siguiente conoció a Adolfo Bioy Casares, su gran amigo y coautor de diversos libros; y en 1934 prologó el libro "Paso de los Libres", de Arturo Jauretche. 
    Durante la década del `40 publicó sus libros de cuentos más famosos: "Seis problemas para don Isidro Paradi" con Bioy Casares (1942), Ficciones (1944) y El Aleph (1949), entre otras obras. 
     Mientras su renombre iba en aumento, en 1950 fue elegido presidente de la Sociedad Argentina de Escritores y cinco años más tarde fue nombrado Director de la Biblioteca Nacional. 
    Los reconocimientos se hicieron frecuentes y en 1956 la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires lo nombró profesor titular de la materia Literatura Inglesa, a la vez que recibió el Premio Nacional de Literatura y un Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Cuyo. 
    Pero no todas fueron buenas noticias durante ese año y sus médicos, ante el avance de la ceguera, le prohibieron el ejercicio de la lectura y escritura. 

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   Con la ayuda incondicional de su madre, Borges siguió publicando casi anualmente y, a raíz del creciente reconocimiento internacional, sus obras comenzaron a editarse de decenas de idiomas. 
En 1967 contrajo matrimonio con Elsa Astete Millán, de quien se separaría apenas tres años después. 


“Me han enseñado a pensar siempre que el individuo debe ser fuerte y el Estado débil. No puede entusiasmarme una teoría en la que el Estado sea más importante que el individuo. Soy un conservador, pero ser en mi país un conservador no significa ser una momia, significa, digámoslo así, ser un liberal moderado. Si se es un conservador en la Argentina, nadie piensa que se es un fascista o un nacionalista. Por el contrario, a decir verdad, creo que ser un conservador en la Argentina significa ser bastante escéptico en asuntos políticos e incrédulo en cuanto a cambios violentos se refiere.”


    En los años siguientes, se fueron intercalando en su vida nuevas publicaciones ("El informe Brodie" y "El oro de los tigres", entre otros) con grandes distinciones, como el Premio Alfonso Reyes de México y el Premio Cervantes de España, el más importante en lengua castellana. 
     A principios de los ´70 conoció a María Kodama, una alumna de Literatura que comenzó a estudiar con dos lenguas que Borges había aprendido a pesar de su ceguera: el inglés antiguo y el islandés. 
 

   Hacia 1980, el escritor sorprendió al denunciar públicamente la política de desaparición de personas durante la dictadura, uno de los pocos que se atrevieron a levantar la voz contra el gobierno de facto. 

Los peronistas son gente que se hace pasar por peronista para sacar ventaja.

    Su último libro publicado, "Los conjurados", apareció en 1985, el mismo año en que decidió radicarse junto a María Kodama en Ginebra, en donde se casó el 26 de abril de 1986. 
    Un mes y medio más tarde -el 14 de junio-, Jorge Luis Borges murió a causa de un cáncer hepático y, obedeciendo a su última voluntad, sus restos fueron enterrados en el cementerio de Plainpalais, al sur de Ginebra, cuya tumba es visitados por turistas de todo el mundo. 

Borges vs Perón 

   "Los peronistas no son ni buenos ni malos; son incorregibles". La frase, que se transformó en un clásico, muestra cabalmente el ingenio y la ironía de Jorge Luis Borges a la hora de hacer declaraciones. 

 Yo estuve en contra del peronismo justamente porque era liberticida y de raíz fascista. Fíjese que Perón me persiguió porque yo era democrático, como se decía entonces. Jamás porque yo hubiera sido antiobrero o cosa parecida. Puso presas a mi madre y a mi hermana. No me pudo perdonar que cuando estaba en Norteamérica y me preguntaron por Perón yo hubiese contestado: ‘No me interesan los millonarios’. Ni que cuando me preguntaron por su mujer, yo hubiese respondido: ‘Tampoco me interesan las prostitutas’.


  De hecho, hombres y mujeres de las letras sostienen que Borges era un gran "fraseólogo" y que sus entrevistas y dichos representaban un género literario en sí mismo. 
   Muchas son las frases que enuncian su oposición al carácter corrupto y despótico del peronismo. 


    Descripción del peronismo: “Las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la crueldad; más abominable es el hecho de que fomenten la idiotez. Botones que balbucean imperativos, efigies de caudillos, vivas y mueras prefijados, ceremonias unánimes, la mera disciplina usurpando el lugar de la lucidez... 

     Combatir estas tristes monotonías es uno de los muchos deberes del escritor. ¿Habré de recordar a los lectores del Martín Fierro y de Don Segundo Sombra que el individualismo es una vieja virtud argentina?


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